sábado, 17 de enero de 2015

Variación Pornográfica y gay de El Descenso.

Hecha para matar el tiempo.

Anacondas translúcidas, transparentes, como de cristal, con débiles grabados, arabescos en la piel, signos jeroglíficos, húmedas, chorreantes, acuáticas, aceitosas. Sobre el friso, sobre la cornisa, en el balcón. Rozándose entre ellas, abrazándose, resbalando, suaves, sedosas, como un liquen mojado, verdes, rojas, tatuadas, transparentes. En la cornisa, los muchachos, los Apolos, los sierpes, ofreciéndose a la bacanal, succionándose, chupándose, penetrándose, al borde de la caída, al filo de la extremaunción, bajo un signo de glandes hinchados, de vergajos gordos, grandes, largos, circuncisos, enormes, sensualísimos, las bocas alrededor de ellos, sujetándolos, penetrando las nalgas, las nalgas abiertas, los esfínteres ansiosos, suplicantes, locura y bacanal, aceite, ungüento, vaselina. Sobre el balcón, en el friso, en los frisos, en las cornisas, en las aristas, extrañas cariátides sujetando los balcones, y ellos allí, como en una batalla de guerreros, pero fornicando, fornicando y fornicando, sobre el vacío, émbolos que penetran émbolos, como serpientes, una muchedumbre de falos y de ángeles, efebos de torsos limpios, brillantes de nácar a la luna o negros rabiosos, sedientos de deseo, entregados a la hecatombe, dispuestos al holocausto, consagrados al placer, cual moluscos, cual enormes mareas de curvadas olas, yacentes, implorantes, en peligro, a punto de caer, sin descanso, frenéticos algunos, otros lentos, muy lentos, como en éxtasis, poseídos, mórbidos, con fiebre, sudor y plata, chorreosos, tal un charol o cuero, brillantes, transidos, blasfemos, repugnantes o adorables, entregados, como lilas, como una selva de dementes lilas, sobre la cornisa , sobre las cornisas del edificio, sobre el abismo, como orquídeas, como una guirnalda de dementes orquídeas naranjas, tal el palacio de Semiramis en Niníve. Cual un descomunal Laoconte multitudinario, repetido cientos de veces por toda la escuadra, retorcidos y girados, sobre si mismos, serpentiformes, maravillosos, o asquerosos. En escorzos de dificultad inmarcesible, tal cisnes que se retuercen en un abanico de cuellos níveos, con posturas acrobáticas, barrocas, rococós, en el cuerpo colapsados, las bocas, grandes babosas que entrechocan, moluscos en las mariposas, succionantes, las nalgas redondas, opulentas, los vergajos, tiesos, rígidos, trempantes. Sobre la pared, a punto de ser devorados por el precipicio. La fauce infernal implorante de caídas, exigiendo ángeles en éxtasis, exigiendo que el sujeto del clímax se despeñe, caiga, y reviente en el suelo, tal un gargajo pútrido, tal una mancha de pintura. Y en el paroxismo final, el Orgasmosssss, la abundante eyaculación, como un vómito de jazmines desde las fuentes de carne, desde los erectos obeliscos, cayendo las gotas de leche entre espasmos, y precipitándose los ángeles que perdieron el juicio, en el instante de la máxima luz, reventando en el suelo como babosas machacadas, entre germen y semilla desde arriba. Gritos de placer, de dolor, o de espanto. Y la orgía prosiguiendo, sin juicio, olvidándose de los caídos, sobre los cadáveres.

Diciembre 5, 2006


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