WASHINGTON (Reuters) - Es la flor más
grande del mundo, y puede que también la más hedionda. Ahora, los científicos
han usado el análisis genético para resolver el viejo misterio del linaje de la
flor 'Rafflesiaceae', conocida por su flor roja de un metro de ancho y su olor
nauseabundo. En la revista Science del jueves, un equipo de investigadores
dijeron que la rafflesia - descubierta en una expedición científica de 1818 a
la selva de Sumatra - proviene de una antigua familia de plantas de flores
pequeñas. De hecho, muchas de sus primas botánicas tienen flores milimétricas.
Esta familia, llamada 'euphorbiaceae', incluye también a la flor de Pascua, la
campanilla irlandesa y otros cultivos como el árbol del caucho, la planta del
aceite de castor y el arbusto de la yuca, dijeron los investigadores. Las
extrañas características de la rafflesia han confundido a los científicos, que
no sabían donde colocarla en el árbol genealógico botánico. Es un tipo de
"forajido" botánico - una planta parasitaria que roba los nutrientes
a otras. "Es un planta realmente extraña", dijo el biólogo de la
universidad de Harvard Charles Davis, que encabezó las investigaciones. La
planta vive en medio de enredaderas tropicales, donde sólo su flor es visible.
Carece de hojas, brotes y raíces, y no emplea la fotosíntesis, el proceso que
usan las plantas para aprovechar la energía de la luz del sol. La flor rojiza
puede llegar a pesar 7 kilogramos. Huele a carne corrompida e incluso puede
emitir calor, quizás mimetizando el de un animal recién muerto para seducir a
las moscas de la carroña que la polinizan. Hay varias especies de la flor en
las selvas de partes del sudeste de Asia, siendo Borneo el centro de su
diversidad, dijo Davis.
/Por
Will Dunham/
La Walfreschia.
Walfresia espantosa, carne de
flor y flor de carne. Bajo un arpegio de aroma inmundo, caliente atracción del
díptero mórbido. Roja corola nauseabunda, mixtura de pordiosero, exhalación de
pestilencia, templado arcángel repugnante. Rara orquídea de demonios blasfemos,
brutal naturaleza, exhibición impúdica del simulacro, horrible y estrambótico
camaleónido vegetal. Mimetismo del cadáver para el molesto insecto. Víbora que
te nutres del frondoso árbol, parásito y disfraz sobre el atlante. Apenas
germinada para la repulsión y el asco, flor de muertos, corola de cadáveres,
caliente como un perro fallecido, muestrario de dulces para las moscas, casa
del tábano. Tu rojo pétalo exuberante y asqueroso, hacia el cielo invita a la
Tsé Tsé maligna, y, en pleno acto fecundante, obsequias al ponzoñoso artrópodo
con una delicia de putrefacción salvaje. Bajo la selva que te oculta, tu
enfermiza presencia, se abre como una profanación de tumbas, tal una pústula
que hiede, y así, anfitriona, invitas al moscón testicular a un quebranto de
linfa para tu propia cópula. Rival inmundo de la fragancia de la rosa, brutal
antítesis de la victoria de la orquídea, geranio pestilente sin Andalucías,
profanación de la esmeralda catedral selvática, rata y flor, flor y rata,
gargajo mimético, vómito esplendoroso de la natura, aberración de lo hermoso.
Flor iguana, flor reptil, flor hongo, flor cadáver, flor fango. ¡¡¡Cómo atraes
el observador naturalista¡¡¡ siendo execrable y despreciable y repulsiva. Asomándose
a los infiernos se te quiere, y se le exige protección al mundo, para ti, que
eres la demencia, un abrevadero de malignas aves, un nido frondoso para las
larvas, para el huevo del díptero criminal. ¿Qué composición de arcángeles y
música edulcorará tu abyecta naturaleza?, ¿cómo aromar tu pestilencia
triunfante, oh antítesis de los jazmines, reflejo convexo y paranoico de la
rosa?. ¿Qué música de Juan Sebastián Bach adjudicarte?, ¿qué tremolación de
teclas de piano?, ¿qué carmesíes trompetas?. ¿Cómo teñirte?. Pero bendita seas,
a pesar de todo. Como una amapola blasfema, carroña floral llena de bichos,
elevas hacia la atmósfera un espasmo de muerte y hedor. Infernal asfódelo en el
verde tenebroso de Sumatra. Una orgía de moscas ninfómanas bascula en tu lengua
pútrida, rosa jamás rosa, mientras perfumas el bosque cantando cual un ruiseñor
deforme de pico de estiércol. Hacia ti van por el olfato los tábanos rabiosos,
y sobre ti sexúan en una demencial inflorescencia sin descanso. Lengua. Lengua
hecha amor a lo depravado, brutal queso de roquefort botánico, carne mutilada
que se adorna de artrópodos, cópula arquetípica de los dípteros, antítesis de
la flor del mandarino. Contrario ser y paradójico, de horrible naturaleza, tu
esencia es fétida, pétalo y sépalo de cisternas, flor inodoro exhalante. ¿Qué
armonía de claves dulcísimos podrá ocultar el hipócrita espanto de tu
presencia, indecorosa?. ¿Qué acorde de mínimos violines podría disfrazar el
alma que ebulle de tus hojas?. ¿Qué melodía obsequiaría su perfume de transidos
canarios a un pétalo de excremento sin disimulo?. Y sin embargo, bendita seas,
a pesar de todo. Emergiendo de lo oculto como la sorpresa, proclamando la
victoria de la náusea, gritando del triunfo de lo feo, hermosa que asesina
pituitarias, como un rencor de bronce y escarlata. Apoteosis de lo bien y lo
mal hecho, creación de algún Dios enloquecido, figura de un carnaval de
sacrilegios. Puerca, curiosísima, y bendita. Si te extinguieses, los tábanos,
en bandadas enfurecidas, buscarían presas vivas en las que depositar sus
carnívoras larvas, y la infección arrasaría la esfera. Si no existieses, como mancha
de aceite sobre pergamino, el díptero que fornica sobre tu cuerpo daría muerte
al mundo. Quizás.
Enero 14, 2007
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