jueves, 22 de enero de 2015

Una Historia de ciencia ficción para un Comic.

Dos puntos de luz rojos, púrpuras. Yo estaba en una explanada, una explanada abierta, sin límites, no se veía su final, de una planitud perfecta, no había horizonte, y la luz provenía de todas partes, una luz fosforescente y tibia, ligeramente rosa, el cielo era amarillo, naranja, pero sin sol, yo, y el mágico desierto, yo, el mágico desierto, y las mariposas. A mi alrededor miles de mariposas, verdes, azules, negras, revoloteando, ligeramente furiosas, ligeramente transidas, de aquí para allá, yo estaba allí, no tenía miedo, no temblaba, cualquier otra consideración está olvidada, yo, el horizonte infinito, la explanada sin límites, y las mariposas. Como un regalo maravilloso que se me hacía. Un limbo con mariposas, yo, mi desnudez, y los azules lepidópteros, los violetas o verdes lepidópteros. Como si fuera una fiesta en una dimensión desconocida, pero sin temor, no tenía miedo, algo balsamaba mi alma y me tranquilizaba, un algo de la hermosura del lugar, tranquilo y silencioso, calmo, transparente, inmáculo. Y de golpe, dos puntos de luz rojos. Y aquí estoy, todo es oscuridad, ¿es amplio o es pequeño el recinto?, ¿es plano o es abrupto?, ¿hay alguien a mi lado o estoy solo?, ¿es el infierno o sigo en la misma broma?. Me quedo quieto, sin moverme, horrorizado por el espanto, sólo dos pupilas rojas, quizás sean una enorme pantera, no logro divisarlo, la oscuridad me envuelve y no veo ni mis propias manos, ¿estoy en un pozo?, ¿ estoy en una celda?, ¿en un laberinto acaso?, ¿sigo en la misma explanada maripósica?. Oh Dios, ¡¡¡esos ojos espantosos¡¡¡¡, fijos en mi, felinos. El terror me sacude como un calambre eléctrico, y enloquezco, ¡¡¡Dejad de mirarme¡¡¡, ¡¡¡Dejad de mirarme¡¡¡, pero no lo grito, no digo nada, me callo y me muerdo la lengua, ¡¡¡que no salten sobre mi¡¡¡¡, ¡¡¡¡no quiero que salten sobre mi¡¡¡. El silencio cuaja la tiniebla de duras piedras, el único sonido es mi corazón palpitante, que me duele, me va a estallar en el pecho, la sensación es de un ahogo terrible, y la única luz, la de esas dos macabras y rojas pupilas. ¿huyo de ellas?, ¿pero a dónde?, ¿caeré por un desfiladero?, ¿qué asidero hay aquí, dónde demonios me agarro?, Dios, qué terror. La impasible aspereza de las pupilas que me observan abre una circunferencia de pavor absoluto. No parpadean, están fijas en mi, como a tres metros de distancia en lo insondable, rabiosas y constantes, ¿me muevo y huyo?, de pronto me orino encima, no puedo evitar la micción, mi vejiga suelta un chorro caliente, inevitable, vergonzante, el corazón me revienta en la caja torácica, me estoy asfixiando de puritito miedo, me muerdo de nuevo la lengua, noto el sabor salado de mi propia sangre y el dolor que me produzco a mi mismo lleno de metales. ¡¡¡Dios, qué terror¡¡¡, ¡¡¡¡Dios, ahora hay cuatro pupilas¡¡¡¡.

Enero 21, 2007


No hay comentarios:

Publicar un comentario