sábado, 3 de enero de 2015

El Tintero de la Mariposa.

La Canariformis spléndida es una mariposa de los bosques de Sumatra bellísima. Sus alas, irisadas y brillantes adquieren a la luz del sol todos los matices tornasolados del arcoiris, violetas o morados profundos, fucsias intensos, verdes soberbísimos. Cuando vuelan en grupo de quince o veinte parecen una serpentina de colores lanzada en un festejo de Navidad o Victoria. Por la selva, en las profundidades donde se mueven, sus larvas se alimentan de cadáveres descompuestos, crecen especialmente espectaculares en los cadáveres corrompidos de los tigres muertos. No hay dos iguales, cada una es distinta, las hay que son como de un hilo de oro de seda, brillantes y divinas y que casi pudieran con sus alas parecer de pan de oro. Otras en cambio son de amarillo limón, un limón muy agrio y dorado que en sus alas transparentísimas las hace similar a láminas de extraño celofán. Las orugas en cambio son tan negras que parecen en los cadáveres de los que se alimentan una extraña larva infecciosa que precisamente los haya devorado desde dentro. No hay nada más horrible que el cuerpo magnífico de un tigre muerto al que estas orugas hayan atacado, de su boca llena de sables las orugas cuelgan negras y espectrales compitiendo a su vez con las larvas de los escarabajos, las moscas, y los tábanos. A veces salen de las cuencas vacías de la feroz bestia caída y semejan entonces gusanos infernales en un monstruo de rayas. Las crisálidas son de color naranja, a gran altura, sobre la bóveda altísima de la selva, sirven de alimento suplementario a los monos, que las encuentran sabrosísimas y pelean iracundos si hay escasez de ellas en las inmediaciones. Vuelan en grupo de veinte o treinta atadas entre ellas por los invisibles lazos de una potente feromona exhalada por cierta glándula de su tórax. Y se alimentan de las extraordinarias flores que la exuberante vegetación crea. La Canariformis spléndida es altamente apreciada por los vendedores de tinta china, de ellas se obtiene el negro índigo, un negro azulado que vuelve locos a los especialistas en caligrafía china. Se organizan espectaculares cacerías buscándolas, cada mariposa vale siete euros en el mercado negro de Pekín. Allí, a veces se subastan y en los subastadores el frenesí incrementa el precio a catorce, quince, exagerando o incluso sin exagerar cincuenta dólares. Por eso hay toda una caterva de cazadores furtivos que invaden el Parque Natural del Este de Sumatra. Cuando llegan en un bote a la casa del calígrafo éste entra en éxtasis, se apresura a prepararlas. Ya están muertas, claro, lo ideal es exprimirlas cuando están vivas pero entre Java y Pekín hay tres mil millas. El calígrafo machaca las mariposas en un mortero, vierte un poco de alcohol sobre él y aceite de lino, y hierve después el compuesto, depositándolo más tarde sobre el tintero. Chian Tseging cogió entonces el pincel y sobre la tela de algodón escribió la palabra Fin.


Septiembre 24, 2006

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