jueves, 15 de enero de 2015

Un Relatillo sobre Pecados Capitales.

Seis Pecados Capitales.

Garras, zarpas, uñas, dientes. Aquí escarbo y arranco de la tierra hasta la última raíz. Muerdo y desgarro, roe mi boca el muñón. Roe mi boca, mis uñas están rotas, mis dedos sangran, dejo yermo el ámbito, que no brote ni una sola yema, castración total, esterilización absoluta, todo el oro será extraído y guardado. Mis ojos toda la noche han estado abiertos, sin descanso, rondaban otras garras mi fortuna, he levantado una valla llena de alambres y ganchos, zarzas metálicas, si pudiera impedir que la rosa exhalara su olor, pero la ingrata se lo difunde a todos. Quisiera ponerle precio al aire. Socorro, que me roban. Socorro que me roban. Avaricia.

Serpiente y ungüento. Aceite, oh carne, oh carne, mi boca chupa y chupa sin descanso, glu glu glu glu, émbolos y alcantarillas, yo me meto dentro, me introduzco en el interior del éxtasis, conmigo mismo o con quien sea, necesito víboras y líquenes, musgos húmedos, la noche es aceitosa, tiene un perfume de clepsidras lunares, brilla la planta, en dicha noche he bebido hasta el amanecer vino y mosto y ambrosia, hasta empalagarme el paladar, he salido ardiendo, y continué más allá del amanecer, con anacondas translúcidas, húmedas, aceitosas. Ungüento y piel. Ungüento y piel. Quemadura, sangre, mierda. He derramádome en todos los contornos, las bocas me chupaban, he sido tragado incluso al mediodía, cuando el sol doraba las arenas de la playa .No tiene nunca colmatación mi sed. Lujuria.

Una y otra vez, el pollo asado, una y otra vez , el pollo asado, dame ese lechoncillo que lleva una manzana en su boca, ternera caramelizada, umm, qué sabor tan fuerte y delicioso, mi paladar se llena de flores extrañas, arpegios inundan los sabores, quiero ese muslo de cordero en aceite de salvia, también probaré la carne humana. También probaré la carne humana. Gula.

El espejo, quitad ese espejo de mi vista, quitad ese espejo, hacedlo añicos, me es insoportable su presencia. Delacion, usaré la delación contra mi enemigo, en su viña las uvas crecen gordas y brutales, y su ganado está lustroso, no puedo soportar que su esposa tenga cuatro hijos, envenenaré las fuentes del pueblo, ese, ese es el blasfemo. La inquisición me ha llamado de testigo, yo la he visto practicar aquella noche rituales extraños, danzas raras, ella y sus amigos lo invocaban. No puedo soportar ese vestido rosa. Tengo dos caras, una de ellas es amable, la otra esconde mi verdadera naturaleza. ¿Y qué si es mentira lo que digo?, no sobrevivirá mi enemigo a la calumnia, con eso me doy por satisfecha, ojalá a toda su cosecha la langosta. Ojalá a toda su cosecha la langosta. Envidia.

Yazgo como un montón de carne y no me limpio. La suciedad en mis ojos, las legañas, ni un poco de agua fresca buscaré. Qué cansancio para abrir los ojos. Me duele el costado en el colchón, prefiero ese dolor a un solo esfuerzo. He defecado en mí, me da lo mismo. Qué hambre, qué sed, qué repugnancia. Me da lo mismo. Pereza.

Que no haya una cabeza por encima. Ese perro molesta demasiado. Que le corten las cuerdas vocales a ese chucho. Ese taxi es un coche normalito. Déme la mejor mesa del Restaurante, por Dios, al lado de esa gente no la quiero. Ascensión, soy un Dios, los otros mueran. Níveas manos me entreguen sus pañuelos, y en cubertería de plata una cabeza, ensangrentada, con la lengua afuera. Que mi trono de oro sea tan alto, que el esclavo no llegue a mi cintura. No me es suficiente ese vaquero, quiero también el abrigo de visón. Pero tú me resultas detestable, tus miasmas corporales me molestan, porque yo soy un ángel y todo es puro en mi figura y en mi cuerpo. Soberbia.

Diciembre 3, 2006


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