El Descenso. Cicuentagésima
versión.
Juan, Fernando, Andrés, Gloria,
Luci, Federico, Susana, Paco, Cari. Estos son los protagonistas de la peli. Son
muchachos y muchachas muy bien formados, salvo Cari, que está un poco gordita,
y Federico, que es bastante feucho pero muy simpático. Son actores
profesionales elegidos para desempeñar los papeles protagonistas de una
película escrita y dirigida por Francisco Ruiz. Una nueva versión del Descenso.
Una nueva variación más apabullante, en un esfuerzo del autor por rizar el
rizo. Fernando es del Betis, todos los demás son sevillones, salvo Cari que es
del Atlético de Madrid. El autor, o sea yo, les pone en peligro en las fauces
de la torre siniestra, en la infernal escalera de caracol, en la terrorífica
espiral. Tienen que realizar un descenso de dos horas por la escalera. El ancho
de los escalones es bastante grande, no es el ancho de la escalera lo que los
pone en peligro, sino lo terrorífico de la altura, la ausencia de pasamanos, la
obscuridad, tremebunda, el hueco, sensitivo animal que se tragaría cual esófago
infernal todo lo que cayera en él, y sobre todo el cansancio. Porque aunque la
película debe de estar planificada para que dure dos horas, debe, sin embargo,
dar la apariencia de que los muchachos y muchachas caminan en ese equilibrio
inestable durante horas y horas. Además se incorporan a la acción miles y miles
de cucarachas, que son los animales más repugnantes creados por Dios, si
exceptuamos quizás a las moscas y a los tábanos. Así que la acción ha de
empezar con la huida de algún monstruo, de alguien feo, o con la huida de algún
peligro, real o imaginario, creado por el abuso de anfetaminas o por la vida
misma, o quizás favorecido por la presencia, en la victoria, de algún suculento
premio, un tesoro, o lo que sea (en esto el autor, o sea yo, os pide la ayuda
suficiente, si sois benévolos conmigo, para que me superéis en audacia y
originalidad, porque yo celebro con vítores de alegría la obra de arte bien
ejecutada y a aquellos que superan sin envidia los actos de quienes los
preceden), y a esta huida por el laberinto que en el descenso colosal ha de
devorarlos o santificarlos los protagonistas, y en eso ha de basarse la
película, han de mostrar su heroicidad o su cobardía, su debilidad física o
mental, su fortaleza espiritual y su capacidad de trabajo en el riesgo. Por
ejemplo puedo hacer que Cari, la chavala más gordita y simpática caiga en un
resbalón, la escala logarítmica debe de estar húmeda y resbaladiza como la piel
de una rana amazónica, y se despeñe o muera o que Fernando intente en un recodo
sobre el abismo abrirse las venas con una navaja para no ser succionado por la
monstruosa hélice y que Federico lo detenga a base de puñetazos, o que todos
sientan el pánico general por la presencia de una zona en la escala de
dificultad inmarcesible. Y en todo eso se basaría la película, en un simple
pero continuado descenso abracabradante que extenúa las fuerzas musculares y
morales de los muchachos protagonistas.
Julio 10, 2006
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