Desafié al Cesar. El más soberbio
y cruel Cesar que observaron los tiempos. Fui un imprudente, un loco, un
subnormal. Desafié al Cesar. Además involucré a mis amigos en la conspiración,
ellos han sufrido incluso peor suerte que yo. Alguien nos vendió por unas
monedas, como a Jesucristo Judas. O quizás sus servicios de espionaje son
perfectos. Y lo peor fue la condena a la que me han sometido. El Cesar de
pequeño quiso ser biólogo, no Cesar, y estudió la biología y la fisiología
animal. ¡¡¡¡Qué imprudente fui desafiándole!!!!. No ha nacido un ser más brutal
y cruel y refinado. Un exquisito monstruo. No podéis ni imaginar lo que le ha
hecho a uno de mis compañeros en la conspiración. Pero sí que os puedo contar
lo que me ha hecho a mi: me arrancó los dientes, me cosió los labios, (muy
pronto los músculos de mi mandíbula se atrofiarán), y luego, ebrio de maldad,
me despellejó vivo, pero no me mató, fue exquisito hasta el espanto, transplantó
epitelio intestinal cultivado a la piel arrancada, y me convirtió en el Hombre
Intestino. Ahora soy como una rana sumergida en un tubo de digestión, me
alimento a través de la piel y respiro por una sonda. Soy enteramente piel de
intestino. (En este mismo momento el escritor del relato se pregunta si ha de
sentir o no dolor el protagonista de su escrito y no conoce la respuesta). Pero
lo que le ha hecho a un compañero es todavía más inmarcesible. No me atrevo a
contároslo.
Abril 12, 2006
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